No era heroína.
Nunca probé la heroína.
No conocí ninguna heroína.
Pero si no lo era, se le acercaba.
Vivía sumido en un mundo de caos, nubes e insomnia.
La noche me desvelaba soplando a través de la ventana.
Tormentas golpean el suelo con sus gotas.
Espiral hipnótica que me atrapa.
De nuevo la ansiedad llegaba.
Tash Sultana en el sofá y chocolate, pero nada.
Y entonces fumaba y entonces se iba.
Mi heroína, mi calma.
Mi risa en medio del llanto cuando la noche avanza.
Mi oniria.